Este es un blog de vivencias y reflexiones de una chica que busca la manera de plasmar su interior en algo tangible como las letras.

Aquí encontrarás hartas anécdotas y también procesos mentales, de esos enredados pero que buscan explicar lo que sucede en la vida y así encontrar un sentido. Encontrarás ejemplos de cosas que no hay que hacer; confesiones amorosas, de esas que toda chica necesita contarle a su mejor amiga; quejas y lamentos, letanías de alguna época mentalmente negativa; pero también hallarás decisión, actitud, fuerza y valentía (O al menos un sincero intento de ello).

Espero motivarte a seguirme. No sólo en lectura, sino en este trabajo interno, esta búsqueda de bienestar.

Seamos luz en medio de tanta oscuridad.


martes, 5 de octubre de 2021

Wow

 No me paso por aquí desde hace tiempo, porque juraba que nadie leía blogs. Me he equivocado garrafalmente, he encontrado un montón de comentarios de gente que al parecer aún mira lo que escribo.

Ha pasado mucho tiempo y he querido empezar un nuevo proyecto escribiendo en otro lado, pero creo que este lugar tiene más contenido. Así que no sé, me encantaría saber en dónde explorar mejor las cosas que me pasan.

Por lo pronto, puedo mencionarles que he creado redes sociales más específicas para contar estas cosas (y claro, con menos texto, ahora la gente lee muy poco). Me pueden encontrar en Facebook como "De vuelta a mí" y en Instagram como @de_vuelta_a_mi.

Me encantará saber de ustedes por ahí, además que será más fácil responderles. porque por aquí noto que es complicado responder.

Millones de gracias por su apoyo y por seguir ahí. 

martes, 8 de enero de 2019

¡Me mudé!

He descontinuado este blog, y no es para menos: mi vida ha vuelto a cambiar. He vuelto a viejas andadas, y es momento de hacerme cargo. Creo que este espacio ya cumplió su misión, y lo dejaré como registro y nexo con la historia que vuelve a comenzar en mi nueva dirección:

Mi Enésimo Viaje Interior

Espero verlos por ahí :)


martes, 8 de mayo de 2018

Nuevo descubrimiento

Soy una persona con fuertes problemas emocionales.

Siempre me sentí diferente. Pero no sólo porque yo me daba cuenta de que lo era, sino porque habían personas a mi alrededor que me lo hacían notar.

Quizás mi mamá no supo manejar mi sensibilidad. Mi papá estaba demasiado ausente como para hacer algo más que felicitarme. Igual, no pensé que fuera necesario nunca: mis profesores siempre tenían algo bueno que decir de mí. No así mis compañeras.

Fui educada en un colegio de monjas, sólo de mujeres. Dicen que esos colegios son nido de brujas, y aunque creo que la noción es un poco extremista, creo que tiene un punto. Los grupetes conformados sólo por mujeres son tóxicos.

Ya en el jardín de niños sentía que algo iba mal conmigo.

En Kindergarten me costaba hacer amigas, me costaba compartirlas, no tenía la capacidad de mantener una amistad estable, era demasiado susceptible a las reacciones de los demás y no sabía cómo expresarlo. Porque era casi una bebé.

En primer grado empezaron los problemas. Resaltaba, como una estrella, era la mejor en todo. Una vez me contó una chica de mi colegio que se le hacía raro que yo me sintiera sola si ella recordaba que hacían fila para ser mi amiga. Yo recuerdo más que me molestaban por sacarme buenas notas. Era la primera del salón. Encima, acababa de descubrir mi talento para cantar y actuar, y era la mascota favorita del área de música, me ponían de protagonista siempre. Para colmo, mi cabello y mis ojos eran los de una princesa de Disney y algunas chicas me perseguían para "tocarlo" (En serio, no miento. Si no me buscaban en el recreo para que les cante algo, me buscaban para cogerme el cabello). Mientras las mayores me admiraban, mis contemporáneas me miraban feo, me decían "creída", y a mí me costaba mucho integrarme en los grupos para jugar -no me creía bien recibida-. Estoy segura de que mi mamá sabía de esto porque recuerdo conversaciones en las que ella me aconsejaba qué decir. Pero no era suficiente, ellas siempre eran más fuertes.

Segundo grado no fue mejor. Se sumaron las niñas de la movilidad. Bromas pesadas sobre mí, a veces. Una niña me sacó la silla y terminé cayéndome al suelo, recuerdo. Para mi mamá era normal porque "a ella también le tenían envidia y le amarraban su largo cabello rubio a la silla al punto de que no se podía parar, así que lo mío no era nada en comparación con lo que a ella le pasó". Y encima estaba lo que mi mamá hacía: el gran secreto que no podía contarle a nadie, porque no me iban a entender. ¿Qué niña de 7 años iba a comprender sobre ángeles y energía?

En tercer grado, una niña se sacó los mocos y se limpió en mi cabello. Los comentarios agresivos y las miradas de soslayo no habían desaparecido del todo.

En cuarto, una niña pisó mis lentes a propósito, y aunque no se rompieron del todo, sí medio que los malogró. Mi mejor amiga de ese entonces decidió que ya no quería pasar el tiempo conmigo sino con otra chica (una que me miraba feo) y me sentí muy sola.

El siguiente año es el año del que no me quiero acordar, porque sufrí mucho, supongo. Recuerdo que ese verano estuve especialmente triste y fui una vez a ver a una amiga. Cuando volvimos al colegio, ella no quería ser mi amiga. Ese año me la pasé en el limbo. En esa época creo que empecé a pensar que yo era la que espantaba a la gente. Encima, cuando terminó el año escolar, una chica me robó mi cartuchera con todos mis útiles, pero se hacía la que no sabía nada. Vinieron muchos cambios pero no es de lo que quiero hablar esta vez.

En sexto grado me enfermé. Decidí aislarme. Decidí que yo era repugnante y que lo mejor era alejarme de la gente para que la gente no se alejara de mí, después de todo, es más fácil así. Empecé a hacer mis tareas en los recreos, y desarrollé una manera indirecta de llamar la atención. Estaba tan dolida que creí que no funcionaría el acercarme directamente y mostrarme como era. Había aprendido que mientras más me escondiera, mejor opinión iban a tener sobre mí. Así que empecé a negarme todo. Imagínense el hambre que tenía por no sentirme sola: empecé a canalizarlo por hambre real.

Ese año hicieron conjunción muchas cosas. Supongo que el aspecto "amistad" fue uno de ellos. A mis 12 años empecé a dejar de comer, pero en realidad, las cosas empezaron mucho antes.

Secundaria fue un poco mejor, porque aprendí a modularme. Al menos, los comentarios ya no eran sobre mi forma presuntuosa de ser (juro que no recuerdo haber sacado nada en cara de nadie) sino sobre el bicho raro en que me había convertido. Callada, inteligente, que no comía. Al menos no me odiaban, ahora lo veo claro. Era preferible ser tachada de rarita antes que de antipática. Me sentaba regularmente con un grupo grande de chicas pero no participaba mucho en las conversaciones. Nunca tenía nada inteligente que decir.

Primero y segundo fueron una pesadilla emocional. Era un fantasma, no tenía contacto con nadie. En primero desarrollé muchas manías y compulsiones que sólo me hicieron la vida imposible, pero fui lo suficientemente fuerte como para dominarlas poco a poco. No así mis promesas de no comer, que son un tema aparte. Los trastornos de la alimentación era el tema que más despertaba mi interés en el colegio, y se rumoreaban cosas sobre mí, que yo desmentía, y sobre otras chicas, a quienes yo observaba casi maniáticamente para desenmascarar. "La anorexia es mala", pensaba. Pero para mí, era el castigo perfecto. Sin darme cuenta había desarrollado mecanismos para llamar la atención de mis compañeras de manera indirecta, mediante la pena y la diferenciación. Era completamente inconsciente de que, tratando de desaparecer, resaltaba más. Justo lo que no quería. Irónicamente, el mensaje de víctima es uno de los peor recibidos socialmente, y eso hizo que la atención no se centrara en mí sino en las demás. Había una chica en el grupo con el que yo solía sentarme que evidentemente estaba muy flaca y muchas estaban preocupadas por ella. Por mí, al parecer, nadie quería hacer nada. O nadie sabía qué hacer.

En tercero de secundaria empezó la época de los quinceañeros. Y en mi caso, empezó mi época de cortes. No hablaba con nadie, y la gente sólo se me acercaba para preguntarme cosas relacionadas con los cursos del colegio. Necesitaba una amiga, con toda la desesperación que pueda existir, pero nunca lograba expresarme. Me aislé aún más y comencé a pasar los recreos sola, en la biblioteca, para no tener que sufrir del rechazo de las demás. Al final del año 2003, le conté sobre mis problemas a una chica que, al parecer, se los contó a medio mundo. Eso, y que luego de decirle cómo me sentía, se alejó y empezó a andar con otras chicas. De nuevo la historia que se repetía.

Mi madre, preocupada por mi salud mental, recibió el consejo de meterme en alguna actividad, y fue así como llegué a unas clases de guitarra. En ellas pude, por fin, hacer amigos, y hasta empezó a gustarme un chico, al cual solía llamar por teléfono y terminó siendo mi enamorado durante dos inocentes meses. Cuarto de secundaria fue un punto de quiebre respecto a mi forma de ser: me volví hacia afuera y empecé a hablar. La terapia psicológica y la existencia de amigos fuera del colegio me ayudaron a romper mi caparazón y me convertí en una chica que dibujaba corazones en la pizarra y dormía mucho durante las clases. Me sentía irreal por las medicinas que tomaba, como si no sintiera, y eso me fastidiaba, y en mi familia se hacían un poco de problemas para comprarme mis pastillas, así que en algún momento simplemente dejé de tomarlas.

Quinto de secundaria fue, quizás, el mejor año de todos. La guitarra me dio una identidad y los comentarios y miradas de cuando era pequeña ya no eran los mismos, llenos de odio e incomprensión. Sí, hablaban de mí como "la chica rara que siempre duerme" o "el ratón de biblioteca" (porque seguía escondiéndome ahí para evitar socializar mucho), pero ya le daba un poco menos de importancia: comenzaba a entender las relaciones entre las personas y entendía que, en mi colegio, todo era superficial. Aprendí a ser más selectiva en la elección de amistades y pude acercarme un poco más a algunas chicas, de modo que me sentí menos sola. Hubo incluso un malentendido muy grande en el que yo figuraba como responsable al punto de hacer que casi toda mi promoción se pusiera en mi contra, pero el apoyo de las pocas personas que estuvieron de mi lado me ayudó a salir adelante.

Eso, y el teatro. Terminando sexto grado me metí a clases extracurriculares de teatro, y se convirtió en mi mundo, mi escape, mi forma de catarsis. Sin la poca pero significativa interacción que tenía esas dos horas a la semana con otras chicas de otras promociones, y sobre todo, con la intensa interpretación de papeles en los que ponía mi vida y descubría un talento que tenía permitido compartir en ese ambiente sin el menor atisbo de comentarios negativos, simplemente no habría sobrevivido. Por eso es que el teatro se convirtió en mi válvula de escape y método de vida. Y no pude dejarlo hasta muchos años después, e incluso hasta el día de hoy lo pongo en práctica en mi trabajo.

Ayer, por primera vez, hablé sobre algunas de estas experiencias con mi psicólogo. Entrando en detalles y un poco entre risas por mi forma sarcástica de abordar el tema, me hizo ver que durante toda mi infancia había sufrido de bullying psicológico, y que era esperable que, no teniendo soporte en el colegio, y tampoco teniendo soporte en casa, terminara desarrollando trastornos alimenticios. A mis casi 30 años me vengo a dar cuenta, recién, de que mi vida escolar había sido un desastre y que hasta el día de hoy me afecta. Me afecta porque me comparo con las personas de quienes sé gracias a las redes sociales y siempre estoy en desventaja. Y, obviamente, si crecí pensando que había algo malo innato en mí debido al rechazo directo e indirecto de mis congéneres, ¿cómo no creer eso?

A veces me gustaría que aquellas niñas, ahora mujeres, supieran lo que siento. Le doy mucha importancia a lo que ese grupo específico de personas puedan pensar sobre mí. Recién entiendo que es porque me pasé años buscando su aprobación, y las pocas veces que la recibí, estaba lo suficientemente cegada por mi enfermedad como para verla, esto es, en mis últimos años de secundaria. Por eso es que siento envidia cuando veo que se reúnen entre ellas y a mí no me incluyen, y por eso considero sus vidas como brillantes y ejemplares en comparación con la mía, que me da vergüenza. Estoy enterándome de que muchas de ellas se están casando, cumpliendo sus cuentos de hadas, mientras que yo estoy aquí... en una posición indescriptible, de desventaja, de inferioridad, en la que lo he vuelto a perder todo y trato de reconstruirme desde el polvo.

No niego que existen otros factores para que me sienta vulnerable como una chiquilla de 8 años, porque sí los hay. Pero he querido concentrarme en estos episodios porque creo que son un nuevo descubrimiento que puede explicar mi forma de relacionarme con los demás, incluyendo mis relaciones sentimentales, y, espero, curar heridas que hasta ahora no cierran. 

viernes, 27 de abril de 2018

El infierno está lleno de buenas intenciones

Me encantaría saber la opinión de quienes leen esto. Yo no sé determinar si esto se trata de acoso o no.

Esta es la situación.

Tuve una relación muy bonita, armoniosa y llena de amor con El Mago desde enero de 2015 hasta enero de 2018. Tuvimos altos y bajos como cualquier pareja, tuve mis dudas existenciales como cualquier persona y él tuvo sus momentos de terquedad e insistencia como muchos hombres con los que me he relacionado (¿patrón en mis relaciones?). A mediados ne noviembre del 2017 nos distanciamos debido a que fui internada en una clínica psiquiátrica porque intenté suicidarme. Continuamos la relación a distancia, pero debido a situaciones fuera de mi alcance y de mi conocimiento, decidí que lo mejor iba a ser terminar.

El Mago es un personaje. Creo que, tratándose de alguien relacionado íntimamente conmigo, no habría que extrañarse de que lo sea. Es de esas personas de buenas intenciones que puede llegar a hacer daño sin darse cuenta. Porque está hecho de eso, buenas intenciones, y por más buenas que sean, no siempre llevan  a acciones 100% positivas para otros.

Dice Vallejo: nuestros padres
"se comprendieron hasta creadores
y nos quisieron hasta hacernos daño."
(Trilce: Poema LVI- Todos los días amanezco a ciegas)

Hace un rato debatía con un nuevo amigo, lo llamaré El Filósofo ardiente, sobre la naturaleza de la bondad. Al final, y esto es algo de lo que solía debatir con El Mago, la bondad no siempre es buena. Él cree que siempre lo es. Yo estoy dudándolo.

Debería empezar por el principio, creo.

Tomé pastillas por varias razones personales, entre ellas, que no me veía futuro, estaba descompensada químicamente porque me desordené en mis antidepresivos, y me había peleado con mi mamá. El Mago no tenía que ver en esa decisión, había sido mi soporte durante todo ese tiempo. Yo estuve dopada desde el 12 hasta el 15/16 de noviembre y sólo recuerdo algunos momentos cuando me hablan de ellos.

En palabras de mi familia, El Mago celebró que yo tomara esa decisión y dijo que "si me moría, me iba a extrañar un poco, pero que luego se le pasaría".
En palabras de mi familia, El Mago convenció al médico de turno en la primera visita a emergencias para que me dieran de alta porque "lo que mejor me iba a hacer era estar con él", cuando en realidad debía quedarme bajo supervisión psiquiátrica (esta decisión determinó que yo tome pastillas de nuevo al día siguiente y empeorara las cosas).
En palabras de mi familia, El Mago se molestó cuando, en la segunda visita a emergencias, no fue su opinión la que se tomó en cuenta sino la de mi mamá, ya que no estamos vinculados legalmente y yo sigo viviendo con ella. Mi mamá quería que me internen por mi bien, él quería cuidarme desde casa.
En palabras de mi familia, se molestó tanto que empezó a "alucinar" que mi mamá nos quiere separar.
En palabras de mis amigos, El Mago les escribió y buscó para recabar pruebas de que mi mamá quiere controlar mi vida y separarme de él.
En palabras de mi familia, él fue a recoger una notita que le había escrito y trató muy mal a mi mamá en la puerta de mi casa.
En palabras de mi psiquiatra, le mandó un mail de 17 páginas con extractos de conversaciones manipuladas en las que demostraba que mi mamá quería separarnos, y tuvo una reunión con él en la que el 70% del tiempo hablaron de él y el 30% de mí. No pidió disculpas por ninguna actitud y más bien ratificó su postura.
En palabras de mi familia, pasó por alto muchas indicaciones terapéuticas relacionadas a cómo comportarse conmigo, por lo que tuvieron que intervenirse las cartas que nos mandábamos. No respetaba los límites que mi psiquiatra y yo misma le ponía, e insistía en su postura.
En palabras de mi familia, se aparecía en mi casa pensando que yo estaba ahí y que mi mamá le mentía al decir que no era su decisión, sino la de mi doctor, el que no nos podamos ver.
En palabras de él, él nunca hizo nada de lo anterior.

Me fue a visitar dos veces al internado y lo ví una vez estando fuera, siempre acompañada de alguien, en caso "se pusiera violento o hiciera algo en contra de mi voluntad". Salí de alta y me dieron permiso para comunicarme con él vía escrita a mano. Hasta que, mediante carta, le dije que debido a lo tirante de la situación y aún en contra de mi voluntad, lo mejor era terminar. Dejamos de hablar un mes y yo le escribí en secreto, desesperada porque lo extrañaba. Metí la pata en relación al tratamiento y a nuestra relación porque habíamos quedado en distanciarnos. Me fue a buscar y nos vimos un rato en un lugar público y a vista y paciencia de mi cuidadora, que no sabía que debía mantenerlo alejado de mí.
Cortamos de nuevo, a instancia de mi familia, porque él "me estaba manipulando y buscando cuando se le pidió que no lo haga". Estuvimos sin hablar dos meses.

El día 17 de abril hubo un concierto de una banda a la que él sigue y al cual habíamos prometido ir juntos, sea como sea. Yo terminé yendo con mi hermano y no le ví ni la sombra. Al día siguiente me di cuenta de que me había estado escribiendo para ir juntos al concierto y que me estuvo esperando. Consulté con mi familia y mis terapeutas y le escribí una carta a mano explicándole que le había hecho una promesa irreal, que no había estado pendiente de mi mail, que lamentaba la situación, que estaba más tranquila, que prefería no darle esperanzas de retomar la relación y que esperaba que en el futuro pudiéramos ser amigos. Al día siguiente se apareció en la puerta de mi casa con su perro y una mujer que no se llegó a identificar, yo estaba en el supermercado y al enterarse de que estaba ahí, se fue en dirección a éste. De nuevo, no nos llevamos a ver.

Ese día le mandé el siguiente mail:

"Te escribo para pedirte no me envíes mensajes ni vayas a mi casa a buscarme. Estoy en un proceso terapéutico y no deseo comunicarme contigo. Respeta mi decisión, caso contrario me reservo el derecho de iniciar acciones en favor de mi privacidad".

Me respondió a las pocas horas, diciendo que si yo lo denunciaba, él iba a denunciar a mi mamá.

Mi familia y amigos (bueno, sólo la única persona que sabe de este tema) creen que lo mejor es ponerle una orden de alejamiento. Restricción policial, pedir garantías. Antecedente de acoso. Yo leo de su mail que lo que él haría sería defenderse, pero que no quiere iniciar acciones legales porque me perjudicaría a mí. Vamos, que está claramente escrito.

Mi forma de ver la situación:
- Él celebró que me haya manifestado en contra de lo que me dolía, aunque la forma fue extrema y completamente desatinada (tomando pastillas).
- Él no entiende que no es no a menos que se lo diga yo.
- Él considera que sus buenas intenciones para conmigo justifican sus apariciones, cartas, mails, mensajes de texto y tono al hablar.
- Él está en negación, pues me ha escrito que me va a esperar siempre y pero a la vez se contradice diciendo que soy libre de enamorarme de quien quiera y que me ama "en libertad", sin apegos.
- Él no actúa en relación al contexto en el que se desenvuelven las cosas. Él actúa en relación a sus emociones, y eso lo hace estar fuera de la realidad.
- Él no tiene intención de dañarme sino de impulsarme a estar bien, pues cree que su presencia me hace bien y mi familia me daña (uno de los detonadores de mi crisis de noviembre).
- Él NO ES MALO, PERO ESTÁ ACTUANDO MAL.

Yo he estado tranquila y hasta pensando en futuro y flirteos con otras personas (aunque no he concretado nada porque una parte de mí aún le guarda luto a mi relación con El Mago).
Yo he logrado mantenerme ocupada y dejar de extrañar a El Mago, dándome cuenta de que podría seguir adelante sin él como pareja, esto último con mucha culpa de por medio. Pero ahora que ha vuelto a aparecer pienso en lo bonita que fue nuestra relación, tengo miedo de no encontrarme con un amor tan desinteresado, y, sobre todo, en dañar lo que queda entre nosotros, pues quiero poder ser su amiga en un futuro. Un cariño tan grande no debería mancharse por las acciones de ninguno de los dos, y estoy tratando con todo mi ser de no perjudicarlo. Tengo miedo de que si pido garantías, nuestra relación se mancille más y más y sea imposible perdonar y querernos como amigos más adelante. Él siempre habla en términos de luz, perdón, amor y comprensión, pero sus palabras no terminan de ser coherentes con sus actos, y él NO LO ENTIENDE.

Y este es el gran dilema al que me enfrento, en medio de una recuperación emocional y mental que no tenía nada que ver con el tema de pareja. Porque si atenté contra mi vida fue por mi propia percepción de mí misma, no porque tuviera problemas con quien ahora me quita la tranquilidad. Porque ha llegado el punto en el que, lo acepto, tengo miedo de salir de mi casa y que me aborde con el tema. Yo quiero estar tranquila, es decir, no tener conversaciones densas, fuera de lugar y encima prohibidas por mis terapeutas.

¿Me convierte en alguien egoísta y malo el ponerle un límite? ¿excluiría la posibilidad de mantener, cuando las aguas se calmen, una relación amical con él? ¿Va a dar su brazo a torcer y leer la situación desde mi punto de vista y no desde el suyo algún día?

Señoras y señores, la realidad supera a la ficción. Cualquier consejo es bienvenido.

jueves, 26 de abril de 2018

Nada de retos, hoy toca actualización

La última vez que escribí fue en febrero.

Han pasado casi dos meses.

¿Volví a desaparecer? ¿Me volvieron a internar? ¿Me aburrí de escribir el reto? ¿Para variar dejando cosas sin terminar?

Bueno, esta vez puedo decir que no fue a propósito. Esta vez tuve una buena razón.

Y la razón es que me quitaron privilegios porque tuve una mala conducta.


via GIPHY
¿Qué hice esta vez?

Busqué a mi ex y nos encontramos. Generé un terrible estrés en mi casa, dejaron de confiar en mí, le di esperanzas al pobre individuo, y de paso, me gané un semi acosador.

Digo semi porque no me sigue por la calle, pero se ha aparecido en la puerta de mi casa y me ha escrito a pesar de que le pedí que no me escriba.

Así es que, síp, la cagué.


via GIPHY

Pero mirando las cosas por el lado bueno, ya recuperé la confianza de mi familia (sigo con "protección anti Magos" por si acaso), mi cerebro está reaccionando a los antidepresivos bastante bien y estoy volviendo a tener proyectos y motivaciones en mente, y me he mantenido ocupada :)

Eso es todo por hoy, esperen más posts de mi parte pronto ;)


miércoles, 21 de febrero de 2018

Reto Día 14

Hoy tuve terapia con mi psicólogo. luego de eso he estado un poco sensible, por los temas que tratamos. Entre ellos, que debo hacer un diario de comidas y el amor, el amor, ay el amor... El futuro, mis metas, mi independencia, mi trabajo, mi autoestima...
Fit Boy no me dio mucha bola hoy pero estuve conversando con otras personas del grupo. Son muy insistentes. Me siento un poco triste porque, finalmente, ven en mí un número más, una ganancia, una oportunidad de negocio. No necesariamente una persona interesante o una potencial amiga. No me consta, no lo he preguntado, pero todo parece indicar que el interés es ese: vender.

No estoy como para que no me tomen en serio.

Hoy también le mordieron a mi perro en el lomo, le han dejado una herida medio profunda. Estoy preocupada por eso, porque mañana me voy a la playa y no voy a poder cuidarlo.


Reto de escribir:
Día 14: Comparte tus películas favoritas, las que nunca te cansas de mirar.

No tengo. Jajaja. Pero me gusta mucho Frozen. Disney, en general: vería las películas miles de veces sin hastiarme (tanto).


Reto del autoestima:
Día 14: ¿De qué estaría orgulloso tu yo más joven de tu yo de ahora?

Probablemente de mi capacidad para buscar soluciones. Hoy mi psicólogo me dijo que soy valiente por haber superado mis TCA, y quizás sí, mi yo antiguo estaría orgulloso, en cierto punto, de manejar la comida como lo hago ahora. Aunque sea con fastidio, pero me alimento, eso es algo importante que antes no tenía. Eso, y que ahora distingo sueños (que los considere inalcanzables o locos es ya otro tema). Antes no tenía sueños, ahora lo intento. Eso es: estaría orgullosa de que he logrado la suficiente cantidad de amor propio para velar por mí, buscar mi bienestar; antes, por el contrario, hacía todo lo posible por destruirme, por sentirme mal, por hacerme daño.

martes, 20 de febrero de 2018

Reto Día 13

Reto de escribir:
Día 13: ¿Por qué cosa estás emocionada?

Espero el concierto de Radiohead, en abril. Hoy fue el cumpleaños de mi hermana y según Fit Boy, manejé bien mi alimentación. Estoy emocionada por haber hecho un nuevo amigo, algo interesado en meterme a la secta a la que pertenece, pero al menos es alguien con quien conversar a diario. Demanda un poco de esfuerzo para que la conversación no muera ya que no es un amigo verdadero de esos con los que puedes hablar de lo que quieras, pero es un comienzo. Me cae bien y se ve buena persona hasta cierto punto.


Reto del autoestima:
Día 13: Tómate un selfie, tal cual estás. Busca una cosa para amar de esa foto.

Bueno, evidenemente no voy a colgar una foto a este blog, pero puedo describir cómo estoy: en pijama, con el cabello recogido en un moño, una trenza a un costado.
Si me miro en el espejo ahora, me gustaría el color de mi cabello, de mis ojos y de mi boca (porque me la pinté más temprano). Nop, nada que amar. Aunque se me notan un poco más las clavículas y significa que estoy bajando grasa, y eso me agrada.

lunes, 19 de febrero de 2018

Reto Día 12

Reto de escribir:
Día 12: Escribe sobre 5 bendiciones que tengas en tu vida:

- Mis amigos. Son pocos, viven lejos, hacen su propia vida, casi no los veo... pero están ahí, para mí, cuando los necesito.
- Mis perros. A pesar de que una ya falleció, ha sido una bendición para mí por todo el amor incondicional y la compañía que me hizo. El que queda es un querendón super engreído y me recuerda que hay que ser amable con toda criatura viviente.
- Mi cuerpo. Soy resistente a enfermedades graves y nunca me he roto nada. Mi cuerpo está "sano", no le falta ni le sobra nada, no tengo discapacidad física de ningún tipo, es muy noble. Y no califica como feo para buena parte de la gente, sólo que yo lo veo así.
- Los amores que he tenido: dos en especial. Me hicieron vivir, disfrutar, sentir, experimentar, aprender. Gracias a ellos soy más grande.
- Mi familia, aunque disfuncional, está ahí para mí sea lo que sea que pase. Me quieren, así con todas mis taras. No son perfectos y hasta pueden generarme sufrimiento, pero es una bendición tenerlos conmigo completos, sanos y locos como son.


Reto del autoestima:
Día 12: ¿Qué cosas hacen que te sientas feliz de estar viva?

Sentir. Saborear. Oler. Ver. Escuchar.
Abrazar a alguien amado y escuchar los latidos de su corazón. Dormir una siesta. Escribir, pintar, actuar. Jugar con un niño, o con un animalito. Aprender cosas nuevas. 

domingo, 18 de febrero de 2018

Reto Día 11

Reto de escribir:
Día 11: Algo sobre lo que siempre piensas "¿Qué hubiera pasado si...?/ "¿Y si...?".

¡¡¡¡¡UUUUUUUFFFFFF!!!!! ¡Simplemente tantas cosas!
¿Qué hubiera pasado si en vez de meterme a medicina, me metía a teatro? ¿Qué hubiera pasado si me hubiera arriesgado y me hubiera metido de lleno a actuar? ¿Qué hubiera pasado si no me hubiera internado para recuperarme de mi TCA? ¿Qué hubiera pasado si mi ex no se hubiera desenamorado de mí? ¿Que hubiera pasado si hubiera terminado medicina? ¿Qué hubiera pasado si no hubiera atentado contra mi vida en noviembre?

¿Y si termino con El Mago definitivamente? ¿Y si ya no lo amo, o él no quiere saber nada de mí? ¿Y si fracasa mi pequeña empresa? ¿Y si me quedo estancada de por vida, sin ganar dinero suficiente y viviendo con las justas? ¿Y si me quedo sola y nadie nunca me llega a querer por lo complicada que soy yo y mi familia? ¿Y si mejor hubiera desaparecido antes? ¿Y si mejor me voy de mochilera por el mundo? ¿Y si le hablo a mi papá, o a Laro, simplemente porque me importan después de todo este tiempo? ¿Cómo sería mi vida si, en vez de vivir con mi mamá, hubiera vivido con mi papá? ¿Cómo sería mi vida si mi papá no hubiera sido tan inmaduro y despreocupado? ¿Cómo sería mi vida si yo no fuera depresiva ni haya tenido los problemas que he tenido?

Trato de no hacerme esas preguntas porque sólo son formas de sentirse mal. Son realidades que no existen, y no quiero sufrir por lo que no es, no fue o no será. Prefiero concentrarme en lo que tuve, tengo y es.


Reto del autoestima:
Día 11: ¿Cómo te describirías a tí misma a un extraño de una manera cariñosa contigo misma?

Soy una persona que trata de hacer lo mejor que puede para salir adelante. Soy introvertida, pero puedo ser divertida y buena amiga si me abro. Me gusta aportar a las personas a que sean felices o resuelvan sus problemas, y disfruto con las cosas pequeñas de la vida.

sábado, 17 de febrero de 2018

Reto Día 10

Reto de escribir:
Día 10: Escribe algo sobre lo que te apasiona:

¿Frozen? Jaja me gusta muchísimo el arte visual de esa película y serie de merchandising. De hecho, Disney ha evolucionado bastante y se ha estilizado y eso me gusta mucho. Me gusta también la cultura pop que rodea sus películas y los secretos y teorías que se traman los fanáticos, me divierte. Y me encanta poder ser una millonésima parte de ese tema. Amo las gráficas del hielo, porque mi color favorito siempre ha estado en las gamas de los celestes y blancos, y los fan arts y efectos visuales me matan.


Reto del autoestima:
Día 10: ¿Cómo puedes poner mejores límites en tu vida?

Buena pregunta. Supongo que primero debo estar segura de mí misma y de lo que quiero, y esa es la parte más difícil ahora: qué es lo que quiero, y qué es lo que no quiero en mi vida. Sé, por lo pronto, que no quiero drama ni muerte, quiero estar bien y que todos a mi alrededor también mejoren. Sé que no quiero gente tóxica a mi alrededor, gente que no me sume. Sé que quiero un trabajo en el que no abusen de mí, y es cosa de aprender a decir no asertivamente para lograr que me respeten. El problema es que yo muchas veces no me respeto. Lo más importante es amarme y hacerme respetar, y sé que no siempre lo hago.

También creo que necesito ponerme límites en cuanto a mis gastos, así que una forma es ya no comprarme cosas que realmente no necesito (chucherías bonitas que veo por ahí), ni inscribirme a clases de algo (aunque ha tenido buenas repercusiones en mi estado de ánimo en estos meses).